Chat Chueca
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Nueva sala de Chat #Fotosyvideosxxx en Chathispano
admin el 16-05-2018, 18:26 (UTC)
 Hola Usuarios Nos an robado nuestro Espacio les Comento que el canal Fotosyvideos era nuestro lo manejamos desde https://www.lamansionamateur.com/, https://www.pornotenango.biz/, https://www.milcuernos.blogspot.com/ y otros mas, pero la red de ChatHispano tomo la decicion de quitarme de fundador y ponerlo a otro que era de mi equipo y ya no me lo devolvieron es la mentable estoy un poco molesto ya que no puedo luchar contra el sistem pero aun seguimos en piedo con nuestro NUEVO CANAL DE CHAT #FOTOSYVIDEOSXXX espero todos nos puedan acompañar y hacer un buen uso a esa herramienta para el intercambio de fotos y videos.

Los esperamos para seguir compartiendo lo mejor de el cine adulto. 

 

normativa de canales o salas de Interés General de Chat Hispano
Admin chat el 13-03-2017, 16:57 (UTC)
 Desde día 27 de febrero de 2017 todos los canales o salas cuya función sea dedicada al intercambio de imágenes clasificadas para el consumo de mayores de edad pasarán a ser considerados de Interés General, independientemente de su número de usuarios u otras circunstancias.
Todos los canales dedicados al intercambio de imágenes para adultos deberán tener de forma visible en el topic y/o anunciar periódicamente en la sala que cualquier imagen susceptible de pertenecer a un menor de edad debe ser reportadas a los operadores de dichos canales.
Los operadores de dichos canales deberán proceder a la expulsión inmediata de los infractores cuando estos sean detectados informando a la mayor brevedad al equipo de gestores de la red, ya sea a través de un operador de la red o por medio de un correo de soporte.
Cuando las salas dedicadas a esta actividad no tengan ningún operador online y activo deberán estar moderadas con el modo +M de forma que que solo puiedan hablar nicks registrados sin supervisión. Cuando entre o se ponga activo un moderador, podrá quitar el modo restrictivo y cuando el último operador abandone la sala deberá moderarla. En caso de no disponer de moderadores activo, cualquier operador de la red podrá moderar el canal, mientras existan operadores activos se aplicarán las mismas normas de intervención de cualquier canal de Interés General.
Así mismo estamos valorando el aplicar esta norma a todos los canales enfocados al público adulto.

Entendemos el prejuicio y molestias que estamos causando a los gestores de est tipo de chat para adultos, pero nos vemos obligados por las circunstancias y en cualquier caso los equipos de gestión son libres de escoger nuevos miembros para sus equipos para de esta forma extender el periodo de funcionamiento.

Esperamos que entre todos podamos hacer un chat más seguro y agradable.

Gracias por leernos
 

Swinger en Guatemala Investigacion
Nomada el 17-02-2017, 21:06 (UTC)
 Para terminar de creérmelo fui a corroborarlo a su página en Facebook.
Y sí. Ricke’s Place tenía una nueva publicación. “La fiesta chiquita que hacemos todos los fines de semana permite reunir a parejas nuevas y experimentadas del ambiente swinger en Guatemala. Durante la velada podrán socializar, bailar y permitir que la energía de la noche los lleve a donde quieran llegar”.
El texto tenía 30 likes, 12 compartidos y 4 perfiles pidiendo información, incluyendo a uno cuyo nombre es “esposos calientes”.
Traté de no pensar mucho en el tema hasta que llegó el día. Mi pareja y yo nos alistamos, acordamos que de la fiesta nos iríamos cuando alguno uno de los dos se sintiera incómodo y subimos al carro.
Intercambiamos pocas palabras mientras nos dirigíamos a Ricke’s Place. Mi novio se concentraba en el camino mientras yo veía a las personas de los carros que pasaban al lado y pensaba si serían algunos de los invitados.
Faltaban 20 minutos para la hora cuando salimos de la Ciudad de Guatemala. Las instrucciones eran que al pasar por un restaurante debía llamar a Ricke y me daría más indicaciones.
Encontramos el restaurante, después una pasarela y a pocos metros, un poste de luz. Ahí giramos hacia la izquierda. El camino nos llevó a una bajada antes un portón blanco. Mi pareja bocinó dos veces y el portón empezó a correrse. Lo abrió un señor de unos 50 años y le devolví el saludo sin hacer contacto visual.
La fiesta
Nos recibe Ricke y nos dice dónde parquearnos. Está vestido con pantalón negro de tela, saco del mismo color y la mitad de los botones de su camisa están desabrochados. Una cruz de plata cuelga en su cuello. A penas nos saludamos y su teléfono empieza a sonar. Otra pareja está por llegar.
A pocos metros del parqueo se encuentra la entrada principal del club. Desde afuera se puede observar las luces verdes, rojas y púrpuras intercalándose. Suena una musiquita ochentera de elevador y lo primero que se ve al entrar es una moto roja. Al fondo, una valla con el nombre del lugar y la imagen labios rojos.
Seguimos a Ricke por unas gradas que llevan hacia una pequeña sala ubicada en la planta baja. Ahí esta Pilly. Viste un traje de dos piezas de encaje negro. Tiene un escote pronunciado y unos tacones plateados. Hay tres sillones blancos y otras tres parejas en la habitación. La luz es tenue, apenas logro ver sus rostros.
Todos estamos ahí por primera vez. Ricke y Pilly comparan la situación con ir a una fiesta de cumpleaños (o una como la que organizamos para el verano). Casi nadie se conoce entre sí. Solo los conocemos a ellos, pues son los anfitriones y durante la fiesta nos relacionaremos con los demás. La diferencia es que nadie soplará velas ni habrá pastel. Solo habrá mucho sexo.
Nos sentamos y nos dan la bienvenida con alguna información básica.
Hago un recorrido visual sin mover la cabeza: son jóvenes, calculo que todos están entre los 25 y los 35 años. Permanecen abrazados y ellos ponen sus manos en las piernas de sus parejas. Ninguno parece estar nervioso.
Noto que uno de los hombres me mira y luego pasa su vista a la mujer que está en otro sillón. Yo vuelvo la mirada hacia Ricke y Pilly, quienes por momentos interrumpen la charla para saludar a los swingers con experiencia que van llegando. No volteo a ver. Solamente escucho tacones y las voces de los recién llegados.
Conforme avanza la charla las parejas empiezan a reírse y a murmurar entre sí. Uno de los hombres incluso sugiere presentarnos y hablar un poco de nosotros. La mayoría se describe como curioso, muy sexual y con ganas de experimentar.
Finalmente Ricke y Pilly dejan las reglas claras: no ponerse borrachos, no tener sexo en los sillones blancos, no entrar a las áreas exclusivas para miembros VIP, tener sexo sólo con preservativo –incluso con la pareja-, para que no queden fluidos y se pueda interactuar con otros sin problema. Consideran esto último como una norma de etiqueta y cortesía.
Tampoco se permite tomar fotografías o videos y las parejas deben procurar no separarse. Esto último no es por seguridad sino porque –en palabras de Ricke– “podrían perderse de algo interesante”.
Enfatizan en la regla principal de los swingers, una que rige a la comunidad a nivel mundial: “No es no y no se pregunta por qué”.
Es decir, si alguien desea interactuar con ellos, la pareja puede negarse. La otra pareja debe aceptarlo sin pedir explicaciones.
Terminan sugiriendo que todos nos divirtamos y Ricke nos pide acompañarlo a otro punto del club. Abre la puerta de vidrio que está a su izquierda.
Luego de bajar algunas gradas pasamos por una piscina. Fue uno de esos días fríos de marzo, pero tampoco era imposible. Y Ricke nos recuerda una regla de la piscina: usar ropa en ella es opcional.
Seguimos caminando. El lugar es realmente grande, tanto que no alcanzo a ver sus límites físicos. Desde esa altura se pueden ver cientos de luces, provenientes de la Ciudad. A nuestras espaldas está la casa, volteamos y nos explican dónde están ubicados los baños, las áreas sociales, las secciones privadas y unas habitaciones a las que llaman “play rooms” (salas de juego) que pude conocer después. Algunos cuartos son oscuros, otros con luces de distintos colores.
Ricke abre la puerta más cercana e ingresamos al centro del área social. En ella hay unas 12 parejas y sus ojos empiezan a posarse en nosotros, “los nuevos”. Nuestro anfitrión indica que pasemos a registrarnos, señala el bar y se retira.
Las opciones para beber son muchas. El bar es atendido por 3 mujeres que usan tacones altos y vestidos apretados. Tienen entre 20 y 28 años. Son risueñas y amables.
Después de registrarse y pagar el costo de la entrada (que en este caso es de Q200 por persona pero puede llegar a ser de hasta Q800 por pareja + consumo de bar) todas las parejas –incluyéndonos– empezamos a circular por la fiesta.
Al lado del bar hay un escenario. Y un DJ. También hay un tubo de baile. Y una jaula –sí, una jaula-. Y mesas alrededor de la pista de baile en la que todavía no hay acción.
Nos sentamos en una de las mesas, los nervios hacen que ataquemos el plato de boquitas que esta al centro y mi vista empieza a viajar de rostro en rostro. No son caras memorables; las podría haber visto en cualquier otro lugar. Son hombres y mujeres de distintas edades –algunos podrían ser mis padres–, distintos tamaños y colores. Se nota que todos dedicaron tiempo para acicalarse. La mayoría de hombres van de traje y la mayoría de mujeres en minifaldas, leggins, tacones altos y escotes amplios. Algunas no usan ropa interior.
Hay un grupo pequeño cerca del bar, el de los swingers con experiencia. Las demás parejas seguimos dispersas y otras continúan llegando. Hace su aparición un matrimonio de mexicanos –que visitaron el país solamente para asistir a la velada– y dos personajes públicos (un hombre y una mujer cuyos nombres no puedo revelar) con su respectivo acompañante.
El reloj marca las 10 de la noche. La mayoría terminó de cenar y el DJ empieza a poner cumbia y reggaetón. Si necesitas reggaetón, dale.
La mesa de al lado es ocupada por 4 personas. Su plática inicia casual y a los pocos minutos sube de tono. Parecen conocer mucho sobre juguetes y posturas sexuales. Se dan cuenta de que estoy prestando atención a su conversación y para mi sorpresa empiezan a hablar más fuerte.
Pilly se acerca y ofrece mostrarnos los play rooms. Mi pareja y yo aceptamos. Pasamos por una habitación en donde todo era fluorescente y en medio tenía una mesa de billar. Nos dirigimos hacia la planta alta, atravesamos la recepción –una pareja se besaba apasionadamente en la moto roja– y finalmente llegamos. Lo primero que vi fue una serie de lockers numerados y muchas toallas. “Aquí pueden guardar sus pertenencias y ponerse más cómodos”, nos dice Pilly.
Pasamos a la primera habitación: no tiene puertas, solamente una enorme ventana sin cortina. La tarima ubicada al centro es rodeada por 6 sillones tipo bean bag, de esos aguados para acostarse y ver tele. O jugar. “Esto es porque la mayoría de los swingers somos exhibicionistas. Nos gusta ver y dejarnos ver. Aquí se puede satisfacer esa fantasía”, explica Pilly.
El siguiente cuarto tiene dos tubos de baile (de poledancing), uno en cada esquina. Y una cama grande. Hay dibujos de figuras femeninas en las paredes. Pilly las llama “mujeres fuente”. O para el resto del mundo, mujeres haciendo squirt.
Una luz roja capta mi atención y me dirijo hacia ella. Se trata de una especie de cajón de la felicidad para aquellos a los que les gusta ser amarrados y sometidos de alguna forma. Hay cuerdas, cadenas y artefactos de cuero colgados en las paredes. Creo que también es la habitación favorita de Pilly.
Cuando la conocí me dijo que dirige un grupo de BDSM en Guatemala. No hay nadie cerca. Me deja tomarle una foto.
Salimos de ahí y nos muestra dos habitaciones más. Están llenas de colchones y sábanas de colores. Adentro hay cubetas con condones, toallas, aceites con aroma y cestas con dulces de menta.
Regresamos al área social y un nuevo grupo recibe “la charla de introducción” con Ricke.
Ahora, más que parejas, la pista de baile parece ser invadida por una sola masa que se mueve al ritmo de la salsa.
Un hombre restriega la cara en los senos de una mujer mientras otra le toca las nalgas. Otras dos mujeres bailan mientras se acarician. Pareciera que tuvieran imanes en los pechos. Sus parejas conversan y toman algo mientras las ven. Hay química entre los 4.
Volvemos a la sala en la que empezamos la noche. Ahí Ricke me presenta a una pareja. María y Rafael están juntos desde hace 10 años y son swingers desde hace 6.
Su primera experiencia dentro de este estilo de vida fue un trío. Aunque lo recuerdan como algo bueno, María me cuenta que como el trío fue hombre-mujer-hombre, y al otro día sintió una goma moral que hizo que no volvieran a experimentar con otras personas hasta un año después.
Aseguran que su matrimonio es verdaderamente feliz, lleno de confianza y comunicación. Una de las reglas internas que tienen como pareja es conocer un poco a las otras personas antes de experimentar con ellos. Rafael me explica que esto es por temas de salud y seguridad. Agrega que han tenido la oportunidad de conocer swingers de El Salvador, Estados Unidos, México y Colombia. Dice que los swingers son muy agradables y de mente abierta. La pareja mantiene su estilo de vida en secreto: “Lo que pasa acá, se queda acá. La sociedad guatemalteca es demasiado doblemoralista para contar que somos swingers”.
Este último comentario también me lo hizo otra pareja. Claudia y Javier tienen 20 años casados y dos hijos. Ambos visten de negro y usan un accesorio blanco, él una bufanda y ella unas botas que le llegan hasta las rodillas. Él es ingeniero y ella psicóloga.
Javier asegura que casi siempre son los hombres los que tienen curiosidad por adentrarse en el estilo de vida swinger. Le tomó 14 años convencer a Claudia. “Creo que las mujeres también tienen curiosidad de experimentar con su sexualidad pero nuestra cultura nos tiene reprimidas y eso nos crea inseguridad”, explica ella.
Dice que la clave del estilo de vida swinger es tener confianza en sí misma y en su pareja. Sabe que Javier no se va a enamorar de alguien más, pero acepta que los celos nunca desaparecen por completo.
– ¿Recuerdan su primera experiencia swinger?
– ¡Uy sí!, exclama Fernando con una sonrisa.
Silvia se adelanta para contarme:
– Fue aquí en Ricke’s Place. Estábamos con otras parejas jugando póker. Javier (su esposo) ganó y Pilly perdió, así que debía quitarse la prenda que él eligiera. Javier me volteó a ver y para no ofenderme le pidió que se quitara los zapatos. El juego terminó con Pilly completamente desnuda, una pareja tenido sexo al lado de nosotros y yo, tranquila, junto a él. Después de ver todas esas imágenes, Javier y yo parecíamos conejos al siguiente día, termina Silvia entre risas.
Luego de esa experiencia continuaron visitando el lugar y aseguran que cada día es distinto.
– El toqueteo suele surgir a partir del baile y eso me parece muy sensual. A veces terminamos bailando todos desnudos. Algunos días pasan más cosas y otros no. No es tan fácil tener química con otras personas, dice Claudia.
Javier se suma y dice que prefieren estar con parejas que ya tienen experiencia y que cuando sospechan que la otra pareja no es real –sino un acuerdo entre dos amigos o una persona y su amante– automáticamente él y su esposa se niegan a seguir.
– No queremos ser partícipes de una infidelidad. A veces vienen supuestas parejas que hacen de todo en una noche y luego no las volvemos a ver, dice Javier.
Noto que Claudia mueve su cabeza con el ritmo de la música. Seguramente quieren bailar así que no los retengo más. Los veo dirigirse hacia la pista de baile tomados de la mano y un ruido repentino hace que voltee a ver sin pensar.
Observo al menos a 6 personas entrar a un baño. Otra pareja se besa en un pequeño sillón rojo. En cuestión de segundos la mujer tiene la falda de cincho y el hombre le da nalgadas. Ricke se les une, empieza a tocarla.
Con mi pareja decidimos ir a echar un vistazo a la pista de baile. Ahora hay menos personas y todos intercambian caricias. Algunos se besan.
Mi vista brinca de un lugar a otro sin reparar en nada en especial pero eso cambia a los pocos minutos. Una mujer se aprieta los pechos y al pasar las manos por su cintura levanta cada vez más su vestido blanco, dejando ver su ropa interior. Hace todo eso mientras sonríe y ve fijamente a mi novio.
Los dejaré aquí para que se imaginen el resto de la historia.
 

Lesbianas de Guatemala (Relato)
Nomada el 17-02-2017, 18:33 (UTC)
 Cómo descubrí que muchas somos lesbianas virtuales
Estaba el otro día en internet y me topé con un anuncio de esos chat rooms para encontrar pareja. Siempre me había parecido curiosa la interacción virtual que se genera en esos espacios. Para que hubiera menos riesgo de encontrarme con un patán que de entrada me ofreciera sexo virtual o me mandara una foto escandalosa sin yo haberla pedido, me metí al de lesbianas.
POR DANIELA CASTILLO / 17 ABRIL, 2015 / BLOG

En el chat de lesbianas me encontré en un espacio lleno de mujeres buscando compañía. El objetivo principal parecía ser sexo lésbico pero en realidad no lo era.
Muchas solo escribían buscando una amiga y otras buscaban tener una conversación acerca del sexo o compartir secretos; aunque claro que habían varias que de entrada pedían jugueteo por cámara web. El chat room tenía a 43 mujeres conectadas; todas escribiendo lo que buscaban, y si algo te llamaba la atención podías hablarles en un chat más privado. Yo utilicé un perfil falso en el que me llamaba Alejandra, hice una cuenta en Skype bajo ese nombre y escribí “busco una chica que quiera hablar por cámara web”.
La primera en escribirme tenía 17 años y era de Colombia. Me agregó en Skype y comenzamos a hablar. Se miraba muy joven y me dijo que lo que quería era masturbarse. Justo en ese momento su cámara dejó de funcionar y me dijo que iba a resetear su computadora y que la esperara. Cuando por fin se volvió a conectar lo primero que me pregunto fue que si yo era lesbiana. Le respondí diciendo que me gustaban ambos sexos.
Ella me dijo que nunca había estado con una mujer, que solo había estado con los novios que había tenido, pero que siempre fantaseaba con mujeres. Y que por eso se metía al chat de lesbianas, para estar segura si eso era lo que quería, porque en su realidad off-line no se atrevía a experimentar. Como yo, me dijo que se sentía más segura para experimentar en un espacio exclusivo de mujeres en el que era menos probable que un tipo la acosara. Porque el acoso masculino es algo cotidiano en su vida. Supongo que sus fantasías sexuales son parte de sus grandes secretos y contárselo a una completa extraña a miles de kilómetros era un alivio.
Al final no sé qué buscaba; ella no se tocó, no se desnudó, solo me confesó que eso era algo que la perturbaba; no saber si le gustaban más las mujeres que los hombres. Luego se escuchó un ruido en su cuarto y ella dijo “me tengo que ir, quizás te escriba luego” y se desconectó. Yo regresé al chat de las mujeres y volví a escribir que buscaba alguien con quien hablar. Esta vez esperaba encontrarme con una mujer que estaba buscando sexo virtual, pero no fue así. Otra colombiana de 23 años me agregó en Skype. Ella estaba en ropa interior. Al verme me dijo que era preciosa y yo respondí el halago con un “tú también”.
– ¿Qué quieres hacer?, me preguntó.
– Hablarte, respondí.
Ella deslizó un tirante de su brasier y me dejó ver parte de su pecho.
– Ahora te toca a ti.
Yo no estaba dispuesta a desnudarme en cámara frente a una extraña y opté por quitarme la blusa y subir el lente de la cámara para que solo se notara que estaba en brasier pero sin que ella pudiera ver mayor cosa.
– ¿De dónde eres?
– Guatemala.
– Yo fui a Tikal el año pasado. ¿Tienes novio?
Una pregunta que a mí me sorprendió porque se suponía que éramos lesbianas.
– Sí tengo. ¿Y tú?
– ¿Has estado con mujeres?, respondió con otra pregunta.
– Sí. ¿Tú has estado con mujeres? ¿Tienes novio?, volví a preguntar.
– Sólo una vez he estado con una mujer y sí tengo novio. ¿Tu novio sabe qué haces esto? El mío no sabe que me meto a estos lugares y tampoco sabe que me gustan más las mujeres pero es complicado decir que soy lesbiana. Supongo que soy lesbiana virtual.
En ese momento encontré un patrón. El chat room de lesbianas no era simplemente de lesbianas. Era un espacio donde las mujeres sentían libertad sexual y la exploraban a un nivel virtual para evadir las consecuencias que eso podría causarles en la vida real. Esto es importante porque tener libertad sexual contribuye a la salud sexual. La tercera mujer con la que hablé tenía la misma historia, buscaba una aventura lésbica pero nunca había estado con una mujer en la vida real.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo resume así: “La salud sexual es un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; no es meramente la ausencia de enfermedad, disfunción o debilidad. La salud sexual requiere un acercamiento positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de obtener placer y experiencias sexuales seguras, libres de coerción, discriminación y violencia. Para que la salud sexual se logre y se mantenga los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y cumplidos.”
La libertad sexual es un derecho y explorarla es un deber para todos los seres humanos. El hecho de que estas mujeres se sientan tan oprimidas en su realidad como para no aventurarse y disfrutar su sexualidad es un reflejo de los límites tan dañinos que la sociedad nos impone.
El internet resulta una herramienta accesible para esta exploración pero me cuesta pensar que esa sea la mejor vía para poder determinar una orientación sexual.
En mi utopía, amar en libertad no debería de ser algo que se hace a escondidas y apagando la compu cuando alguien entra al cuarto.
En mi utopía, las podrían decir: sí, me gustan las mujeres virtuales y también las reales. Las de carne y hueso, a las que puedo tocar sin miedo.
 

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